Hilda se ve obligada a seguir con impotencia la trágica muerte de su marido montañero Zsolt Eröss. Como heredera del difunto, Hilda intenta hacer frente a las expectativas del público con la actitud de su marido. Le toma tiempo admitir que necesita ayuda para lidiar con la tragedia.
Christian es el nuevo vigilante nocturno de una morgue. En su primera noche, descubre que los muertos caminan por los pasillos: son almas atrapadas por problemas sin resolver en vida. El trabajo de Christian pues, también consistirá en salvar a esas almas de la destrucción. El problema surge cuando se enamora de una chica muerta.